Mina Tueros, en el monte Candina. Principios del siglo XX

Información extraída de www.muchocastro.com


Principios del siglo XX. Mineros extrayendo mineral de la Mina Tueros, en el monte Candina, entre Oriñon y Sonabia.
Esta mina estaba situada a 430 m. de altura, en el centro del complejo montañoso de Candina, en terreno de Liendo. Los ancianos de Sonabia decían que los dueños gastaron mucho y sacaron muy poco provecho. En Junio de 1899 llegaron a Castro y luego a Oriñón los rollos de cable y otros materiales destinados a la construcción de un ferrocarril aéreo desde la mina de Llana de Tueros. Dicho teleférico se dirigía hacia el nordeste y por el ángulo de Ladillo, en pronunciado desnivel sobre el Ros, descendía hasta detrás de la caseta de carabineros de Sonabia parea descargar los baldes en el lavadero, donde usaron agua de mar.
El 14 de Septiembre de 1899 en el vapor Ugarte I llegó a Castro y siguió rumbo a Oriñón el embarcadero y accesorios de hierro para el cargue de los minerales de la Llana de Tueros. Durante el montaje se fue al garete la gabarra de los buzos y el pescador castreño, Zama, la rescató intacta, con su bote. Era el más pequeño y bonito de todos. Cargaba por el sistema de línea de baldes sobre el cantilever invertido.
Los dueños de la mina eran D. Samuel Carranza, D. Severiano Dúo y un tal Berris. El ingeniero director se llamaba Castet.
El Cantilever medía 30 metros, con voladizo de 18 y 11 metros de altura sobre las mayores pleamares. Se proyectó inaugurarlo el 10 de Noviembre de 1900 con el vapor Rhenania de 1.600 Tm., con destino a Rotterdam, y celebrar un banquete en la finca del potentado D. Samuel Carranza, en Urdiales. Un fuerte temporal lo impidió ese día, pero al fin cargó el primer buque.
En Enero de 1901 se cargaron otros dos barcos, el Ornen, con 818 Tm., para Rotterdam, y el Enriqueta de 400 Tm., para Gijón. En Febrero ninguno, en Marzo un vapor con 1.530 Tm., en Abril otro con 403; en Julio exportó 2.077 Tm. y en Agosto 400 y ya no cargó nada más en 1901. Total 6.050 Tm. desde que empezó.
Por alguna razón modificaron, o simultanearon, el sistema de transporte del mineral desde la mina hasta el lavadero y mediante un plano lo bajaban hacia el Noroeste, hasta Hoya Negro, una fuerte depresión, todavía a 370 m. de altura, desde donde parte una caverna que sale a la pared del impresionante precipicio de la buitrera, sobre Trecha Cavada, encima de las muy singulares dunas de la playa de Sonabia.
Por ese túnel natural, que todavía está manchado de mineral, descendía una pequeña línea de baldes que cargaban las vagonetas en las dunas, desde donde partía una línea férrea de perfil suavemente inclinado con dirección al Este y recorriendo unos 800 m. alcanzaba el lavadero sobre los acantilados donde se hallaba el cargadero en la ensenada de Oriñón.
Este ferrocarril, como muchos otros, se movía con tracción animal, descendiendo los vagones cargados por medio de hombres al freno y retornando los vacíos con alguna caballería o pareja de bueyes. El trazado del ferrocarril está perfectamente reconocible y casi todo él se utiliza como excelente camino.
El mineral de hierro era bajado a Sonabia mediante un sistema aéreo de baldes
En aquellos tiempos se trabajaba de sol a sol, unas 10 o 12 horas diarias. En Sonabia algunos obreros se atrevían a subir a la mina sobre Candina, aprovechando los baldes del pequeño teleférico que atravesaba la caverna natural en el tremendo farallón de la buitrera.
“Eran las 6 de la mañana del 6 de Septiembre de 1912, cuando el balde en que ascendía el obrero Antonio Zornoza Campo tropezó con las paredes de la cueva y lo precipitó al vacío. El acta de defunción dice: “…falleció en Oriñón a consecuencia de caída de gran altura”. Era natural de Villaverde de Trucíos, residía en Oriñón, tenía 25 años y estaba casado con Cesárea Trueba Gutiérrez. Tenía dos hijos, Marcial y María”.
En 1913 empezó la gran crisis donde pararon muchas minas y algunas no reanudaron el trabajo después de la I Guerra Mundial. En los años 30 los terrenos e instalaciones del cargadero, pertenecían, tal vez entre otros a Eulogio Millor y Juan García Menéndez, un asturiano que también era dueño de la mina Gallinac, en Sopuerta.

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