Reflexiones
Planteo esto como una reflexión
personal, una pequeña necesidad de desahogo.
Cada
año que pasa, tengo la cada vez mayor sensación de que la vida se nos escapa de
entre las manos. Muchas veces el tiempo se nos va esperando (paradójicamente,
esperando que vengan mejores tiempos…), otras veces perdemos tiempo en
proyectos o personas que no nos aportan nada útil o nos restan vida, y si algo
he aprendido es que la vida no te da nada de una forma gratuita, casi
siempre que te da algo, también te quita.
Hace ya
un tiempo que me propuse intentar gestionar mi tiempo de otra manera, sin
volverme loco, pero procurando ir eliminado a los “ladrones de tiempo”, a las
personas tóxicas, a todo aquello que no me aporte y me importe. El camino no es
fácil, hay que tomar decisiones, perder miedos, arriesgar…
Y la
vida, supongo que como a la mayoría, te
va enseñando a base de golpes, procurando no rendirme, y aprender de cada
golpe, de cada decepción. La clave está en tomar la decisión de lamentarse y
lamerse las heridas o de aprovechar la oportunidad que te brinda la hostia a
mano abierta para vivir cosas diferentes, de seguir avanzando, de intentar ser
diferente a como eras (no sé si mejor o peor, supongo que depende de la perspectiva
de quien lo valore).
Una de
las principales lecciones que he aprendido es que el tiempo corre, la vida se
va y en tus manos está la decisión de seguir esperando a que te traiga eso que
anhelas o ir a buscarlo, hacer que las cosas pasen.
Por eso
aprovecho a pedir perdón de antemano por si ves que ya no soy el de antes, la
persona que tú crees que conociste (o la imagen que tenías de mí por lo que te
han contado y nunca has contrastado), si observas que ya no pierdo el tiempo en
personas tóxicas, en vampiros emocionales o en proyectos circulares que no
avanzan. Cada vez procuro perder menos tiempo en aquello que no me aporta nada
y dedicárselo a lo que realmente me hace feliz. Como dijo un buen amigo en una
ocasión, manos que no dais, qué esperáis… Así que le doy un minuto al que me lo
regala a mí también, le doy amor a quien me lo da...
Mi
mochila cada vez va más ligera, con menos lastre, pero con más valor. El tiempo
corre y cada día es único, así que merece la pena concentrarse en lo que es
realmente importante para ti.
No
espero grandes cosas de este viaje inesperado que es la vida. La vida está en
esas pequeñas cosas cotidianas, las mismas que no valoramos adecuadamente hasta
que las perdemos. La vida es esa botella de vino en buena compañía, esa reunión con amigos (los de verdad, los de
toda la vida), ese abrazo que tanto necesitamos, esa llamada de alguien que no
esperábamos…el beso de tu madre, el recuerdo de los que ya no camina a nuestro
lado, el te quiero de tu pareja entre las sabanas….corre que la vida se escapa.
¡¡Salud!!
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